En el interior peninsular de la actual Comunidad Valenciana, lo que en su día perteneció a los antiguos reinos de Castilla y Aragón; encontramos a orillas del río Turia, un valle en la vega de éste. Soleada, rojiza y fértil, esta tierra nutre a muchos agricultores. Y es éste clima que contrasta con su perímetro montañoso, el que favorece el cultivo de estas manzanas, reconocidas por su aroma, textura y gusto.
Aunque encuentra su origen en otro lugar, la variedad de manzana Esperiega es autóctona de la región de Ademúz desde hace más de un siglo. Cuentan que en 1903, en la zona de Guerrero pudo crecer el primer árbol a partir de una semilla que arrastró una riada. Desde entonces la comarca tuvo mucha demanda en los mercados de Valencia y dedicó gran parte de su huerta a esta manzana.