El vino es placer, felicidad, dulce, amargo, aroma, corcho, barrica, años… Sin lugar a dudas, cada uno de nosotros ha vivido experiencias, algunas más alegres que otras, que han terminado con un brindis acompañado de un vino exquisito.
Es un producto que nos ha acompañado a lo largo de toda nuestra historia. Se trata de una bebida versátil, los hay blancos, tintos y rosado, para que en cada una de nuestras comidas podamos degustar el más adecuado. Blanco para los pescados, tinto para las carnes. Aunque, cada uno puede elegir el que más le guste.
Los orígenes del vino se remontan en el neolítico. En concreto, en Armenia fue hallada la bodega más antigua, con fecha en el año 6000 a. C. Poco a poco, la producción de vino fue expandiéndose hacia Occidente, llegando hasta Grecia y Egipto.
Esta bebida era considerada como un producto de la alta sociedad. Era degustado en grandes banquetes y fiestas, para poder demostrar su poder y diferenciar entre clases sociales. Sin embargo, cuando realmente se extendió la cultura del vino fue con el cristianismo, debido a que en la celebración de la misa era necesaria una copa de vino. Por lo que, podemos decir que son los precursores de la vinicultura.