Tradicionalmente para elaborar de la mejor forma la longaniza de Aragón se hacía una selección de la mejor carne de cerdo. Se picaba con un cuchillo o con una máquina manualmente para obtener unos trozos bien mezclados.
Una vez preparada la mezcla de la carne, se aliñaba con especias. Uno de los mayores secretos de esta longaniza son las especias con las que se aliña. Entre ellas destacan la sal y el ajo que potencian notablemente su sabor, pero, además añadían pimienta negra y orégano o anís, algo que le daba un toque excepcional.
La masa de la carne y de las especias se mezclaban bien con las manos para que quedara todo bien impregnado. Esta mezcla posteriormente se embutía en tripas naturales de cerdo, curadas con vinagre y agua salada. Para este proceso se solían utilizar embudos de madera.
Algo muy importante era su secado y curación. Para que este sea perfecto se colgaban las longanizas atadas en un lugar fresco, como bodegas o graneros. Ahí se curaban durante varias semanas. Una curiosidad es que también se guardaban en orzas de barro cubiertas de manteca de cerdo para poder conservarla en perfecto estado durante meses. Esto se hacía sobre todo en épocas en las que había escasez.
Para comer esta longaniza se podía hacer tanto en crudo como frita o asada , de todas las maneras esta longaniza es exquisita.
Si observamos, a día de hoy no se ha perdido la forma tradicional de elaborar la longaniza de Aragón Esto hace que se haya conseguido que sea un embutido estrella en la gastronomía y se pueda utilizar en un sin fin de ocasiones.