Melocotones de aspecto inmaculado, un tacto suave y un sabor dulce. Este es el resultado de un cuidado proceso cuyo mayor distintivo es la maduración de en bolsa de papel parafinado. Una cobertura translucida y transpirable. Esta protección se aferra a la rama de forma que cubre al melocotón ante las plagas y la meteorología. A la hora de recolectar la piel del melocotón presenta una textura tan homogénea que casi parece artificial.
Con este singular método de maduración, que es realizado a mano, el melocotón no ha de exponerse a tratamientos químicos o pesticidas, conservando su gusto natural. El interior de la bolsa genera un microclima que aporta firmeza a la carne del melocotón además de favorecer la formación de azúcar en ésta. Un producto genuino que encuentra su máximo exponente en su variante con Denominación de Origen Protegida, el Melocotón de Calanda.