A quién no le gusta el dulce? Como dice el refrán, “a nadie le amarga un dulce”. Y es la verdad. Las pastas y dulces nos alegran la vida. Las relacionamos con actos de felicidad: celebraciones, retos conseguidos… Por eso, siempre que sucede algo bueno, allí están para que disfrutemos de ellas.
Sin embargo, hasta hace unos años, los celíacos tenían problemas severos con este tipo de alimentos. Todavía era difícil encontrar en una gran superficie estanterías con productos sin gluten. Y, además, aquellas tiendas que los ofrecían lo hacían a un precio demasiado elevado, por lo que conseguir dulces sin gluten era similar a una exquisitez.
Como hemos comentado, hoy adquirimos dulces y pastas para ocasiones en las que tenemos que celebrar algún acto. Pero… ¿por qué se empezaron a crear estos alimentos? Pues, en realidad, los primeros dulces se crearon para viajantes y mercaderes que tenían que realizar viajes muy largos y que necesitaban alimentos ligeros que les proporcionasen una gran cantidad de energía. Obviamente, cuando hablamos de “dulce” en aquellos tiempos no tenemos que pensar en los alimentos que tenemos hoy en día a nuestro alrededor. Si no que, ellos mezclaban cereales, miel y fruta para crear una masa con una gran cantidad de calorías y energía en su interior.
Actualmente, podemos encontrar mil tipos de pastas y dulces, con diferentes ingredientes como chocolate, frutas, distintos tipos de azúcar… Y, sobre todo, distintos tipos de harina que permiten cocinar pastas sin gluten y que sean aptas para todo el público.